[Entrevista] Miguel Polo: “Este virus cuestiona todas nuestras formas de vida generadas por la cultura capitalista”.

Entrevista al profesor Dr. Miguel Ángel Polo Santillán, filósofo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sus principales líneas de investigación están relacionadas con la filosofía moral y filosofía política, así como la filosofía asiática.

Por: Daniel Almeyda Velásquez, profesor de Filosofía del derecho y Director Académico de Derecho Crítico.

En esta entrevista se tratarán problemas éticos que la pandemia ha sacado a la luz en el mundo, pero también los que en el Perú se han presentado; además, se abordará la ineludible cuestión sobre la relación entre seguridad y libertad y entre hombre y naturaleza. También, atentos a los sucesos políticos mundiales se dará cuenta de los irresueltos problemas en torno a la discriminación con motivo de la muerte de George Floyd. Finalmente, una reflexión final sobre la vida ética que nos deparará en un mundo post pandemia.

Con el objetivo de fomentar el debate, se efectúa la presente entrevista al profesor Miguel Polo desde el confinamiento de su casa. Le agradezco haber aceptado esta entrevista.

Espero que se encuentra bien, ¿cómo ha llevado esta cuarentena?

Saludos Daniel. Gracias por la pregunta personal. He salido pocas veces, especialmente al mercado. En casa, he pasado mi tiempo entre la información, labores de casa, tiempo en familia, capacitaciones realizadas por la universidad, reuniones virtuales e ir lamentando la partida de amigos y familiares de amigos. Y todo esto me ha llevado a plantear muchas preguntas de las que no tengo respuestas. Sin embargo, creo que no podemos quedarnos con la incertidumbre, sino intentar siquiera balbucear algunas respuestas. Después de todo es un deber intelectual.

No cabe duda de que la pandemia por la covid-19 ha reavivado problemas éticos como el referido a qué vidas salvar en un hospital o entre economía y vida, pero también ha planteado nuevos como la relación entre cuarentena y pobreza o la situación de los sentenciados en cárceles hacinadas. Desde su perspectiva, ¿qué problemas éticos han sido los más cruciales que ha podido percibir en esta emergencia sanitaria?

Sí, surgen muchos problemas éticos. Intentado organizarlos, he escrito que podríamos pensarlo desde distintas dimensiones o grupos de problemas. Podríamos hablar de problemas éticos personales, sociales y medioambientales. Todas estas dimensiones son las mismas que estaban antes de la pandemia, aunque con nuevas formas como se presentan estos problemas. Así, por ejemplo, han surgido problemas como la falta de una disciplina personal para sobrellevar el “encierro” en su casa, por lo que muy probablemente han aumentado los números de gente deprimida y de otros problemas de salud mental. Por otra parte, los problemas de ética social o pública, que van desde no saber encontrar sentido a las normas, el miedo social que producen las creencias en teorías de la conspiración, la continuación de actos de corrupción política, la poca mirada sistémica de la pandemia por parte de las autoridades, la separación de los seres queridos, el no despedirse de los familiares y amigos que parten, la continuación de valores de un sistema que se resiste a dejar paso a otro mejor, la insensatez de algunos gobernantes, la pobreza y el hambre que comienza a desesperar a muchas familias, la sobrecarga laboral que implican el trabajo virtual, etc.

Y desde la dimensión de los problemas medioambientales, la poca o nula percepción que hay sobre las implicancias de la acción humana en la destrucción del planeta, a pesar de que las fotografías desde el exterior del planeta han demostrado que en las cuarentenas se ha disminuido significativamente la contaminación del planeta, todo se reduce ahora a un tratamiento biomédico de la pandemia. Y todo hace suponer que luego de esta pandemia, seguiremos destruyendo en planeta. La pandemia causada por este virus nos ha hecho conscientes de que este problema global cuestiona todas, todas nuestras formas de vida. Y de ahí hay muchos retos que deberemos asumir.

«La pandemia causada por este virus nos ha hecho conscientes de que este problema global cuestiona todas, todas nuestras formas de vida.»

El Perú tiene una economía informal, esto quiere decir que muchos peruanos viven con el dinero que ganan en el día y, por ello, pese a estar aún en cuarentena, acuden a las calles a ganarse el sustento. Entonces, por un lado, tenemos ese hecho y, por otro, a las normas jurídicas que establecen el aislamiento social obligatorio, el uso mascarillas y el distanciamiento social, las cuales por lo antes indicado están siendo incumplidas. Más allá de legalidad del comportamiento ¿Cómo evaluar la moralidad de las acciones de tales personas? ¿Es posible un juicio moral sobre la necesidad de buscarse un sustento?

La vida es el valor fundamental, por lo tanto, sobrevivir se hace un imperativo moral, el más básico de todos. Y ninguna ley o norma puede impedir el sostenimiento de la vida. Así que el problema moral sería hacer morir a las personas, sea por negligencia de las autoridades o por la corrupción política o por un Estado que por tantos años ha descuidado el “sistema” de salud. Es por eso que el gobierno no debe atreverse a reprimir a los ciudadanos que buscan sobrevivir, sobre todo cuando no sabe darles una respuesta adecuada a sus necesidades básicas. Solo le queda conversar con ellos y buscar salidas razonables.

Ingresando a una reflexión de filosofía política de alcance planetario, la pandemia ha incidido en la controversia sobre la relación entre seguridad y libertad. Diversos filósofos han respondido de diferentes maneras a esta cuestión. ¿Podemos encontrar una justificación a la restricción de nuestra libertad a efectos de controlar esta y futuras pandemias? ¿Cederemos a la vigilancia individual y social en beneficio de la salud?

Las sociedades occidentales han colocado a la libertad con valor central y sospechan siempre de todo lo que limite la libertad individual. Pero se olvidan que hay condiciones biológicas, sociales y políticas para que ese individuo pueda ejercer su libertad. Desconocer esas condiciones es hacer de la libertad una abstracción, reclamada por individuos que solo miden sus vidas por su subjetividad, individuos cartesianos. Y son esas sociedades las que han tenido peores consecuencias al enfrentar esta pandemia. Mientras que las sociedades asiáticas como Japón, Corea del Sur, Taiwán y Vietnam, cuyas culturas tienen un fuerte sentido de comunidad, han tenido mejores resultados al enfrentar esta pandemia. No hay necesidad de renunciar a la libertad, pero sin la protección de la vida, la libertad misma ya deja de tener sentido. Ahora, el problema de la vigilancia política es el control y represión de la manifestación de la vida. Y lo que debemos procurar es que las personas gestionen sus vidas libre y responsablemente, bajo condiciones culturales, sociales y políticas que lo permitan. Así que un sano justo medio sería lo más ético, que pase por el conocimiento, la transparencia y la participación del propio ciudadano.

«No hay necesidad de renunciar a la libertad, pero sin la protección de la vida, la libertad misma ya deja de tener sentido»

Sobre la organización política mundial, ¿considera que la pandemia se presenta como la oportunidad para cambiar las estructuras sociales, jurídicas y políticas? Y ¿qué cambios deberían llevarse a cabo de todas maneras en las sociedades capitalistas o necesitamos una civilización alternativa?

No hay duda de que este virus cuestiona todas nuestras formas de vida generadas por la cultura capitalista. Eso significa que la globalización de este sistema económico, social y cultural es la condición de posibilidad de esta pandemia, pues el virus ha usado ese medio para expandirse rápidamente. Y mientras lo que globalice este sistema sea el individualismo, el subjetivismo, el afán de lucro, entonces, las nuevas pandemias siempre nos encontrarán indefensos. Más aún, esta pandemia no ha tenido un origen natural, sino —al parecer— se ha originado por el consumo de alimentos de carnes de animales silvestres. Por lo tanto, ese afán consumista y depredador no deja tranquila a la naturaleza, destapando nuevas cajas de pandora.

Hace falta pues reconocer el valor de una “sobriedad feliz” (Pierre Rabhi), lo cual es ya una negación de la cultura capitalista. Ahora, ¿qué nueva civilización necesitamos? Para no diseñar una utopía política, por lo menos, creo que sabemos qué civilización no queremos. No queremos una civilización que se sustenta en la explotación y destruya a otros seres, no queremos una civilización que viva del sufrimiento de otros, no queremos una civilización infraterna e injusta, no queremos una civilización que vive de la violencia y la muerte, etc. Así que sí creo que esta civilización no sustentable irá dejando lugar a nuevas formas de vida. Después de todo, no hay civilizaciones eternas.

«Ahora, ¿qué nueva civilización necesitamos? Para no diseñar una utopía política, por lo menos, creo que sabemos qué civilización no queremos. No queremos una civilización que se sustenta en la explotación y destruya a otros seres…»

Todos los humanos buscamos una vida buena; si bien cada uno establece las mejores condiciones morales para realizarla, existe un referente objetivo que ningún homo sapiens puede pasar por alto, me refiero a la naturaleza, a la que por cierto hemos degradado en sobremanera. La pandemia nos obliga a pensar nuestra relación con ella, pues este virus SARS-CoV-2 ha tenido con ver con el contacto con la naturaleza. ¿Qué relaciones debemos establecer con ella a partir de ahora? ¿Considera que seguiremos actuando con la naturaleza de la forma como lo hemos venido haciendo?

Sí, justo eso he estado diciendo. Esto probablemente empezó por el consumo de murciélagos, lo cual manifiesta, por lo menos, el maltrato y el consumo desmedido de especies, semejante al consumo desmedido de productos que también contaminan el medioambiente. Ahora tratamos al virus como un enemigo, un ser intencional que nos agrede y mata. Y usamos la metáfora de la guerra para luchar contra este virus. De este modo, escondemos nuestra lucha contra la naturaleza, enemiga de la humanidad. Así que se hace imprescindible cambiar nuestros discursos y prácticas con respecto a la naturaleza, como la de luchar contra ella, como si fuese externa a nuestra existencia. Lenguajes duales de hombre-naturaleza, artificial-natural, etc., que no permite que nos demos cuenta de que somos naturaleza, a pesar de la historia, las tecnologías y la subjetividad, seguimos siendo hijos de la Madre Tierra.

No se trata de románticamente defender el medioambiente, sino de reconocer que la naturaleza es nuestro sustento vital, por lo que contaminarla y destruirla es minar nuestra propia existencia. Por eso, es que debemos pensar en rediseñar nuestras sociedades a partir de un nuevo contrato con la naturaleza. Ya hay académicos que hablan de “ciudadanía ecológica” (Dobson) y de “cosmopolítica” (Stengers y Latour), creo que deberíamos seguir en esa línea.

«Lenguajes duales de hombre-naturaleza, artificial-natural, etc., que no permite que nos demos cuenta de que somos naturaleza.»

La muerte del afroamericano George Floyd en EE. UU. a manos de la policía ha desatado una ola de protestas a nivel mundial. ¿Qué problemas entorno al reconocimiento y la interculturalidad aún no hemos resuelto en occidente?

Me atrevo a pensar que casi todos los problemas siguen presentes, a pesar de ganar conciencias, sentimientos, valores y normas, seguimos discriminando a otros por diferentes razones. No sé si esto sea solo un asunto occidental, aunque sus expresiones más visibles hoy se dan en esta cultura, cuya sensación de superioridad generada por sus imperios pasados y presentes ha marcado el sentimiento y las creencias de grupos humanos que siguen discriminando. Una vez más, esto pone en cuestión no los derechos humanos ganados por la humanidad, sino las instituciones que las tutelan y la débil cultura de derechos que todavía tenemos a nivel mundial. Así, una de las enseñanzas de todas estas protestas a nivel mundial por un acto racista en EE. UU., revela que hay mayor sensibilidad y que estos problemas no son locales, sino también globales. Por eso se ha dicho que el racismo también es una pandemia.

Un marco teórico a tener en cuenta para comprender esto es ofrecido por Nancy Fraser, que nos propone tres esferas de justicia, claro que interrelacionadas: el reconocimiento, la redistribución y paridad participativa. Por lo que debemos ver estos problemas, como el racismo, no solo como problemas de reconocimiento, sino también de redistribución de bienes y oportunidades, pero también de espacios de participación pública, especialmente en lo que atañe a su propio destino.

«…una de las enseñanzas de todas estas protestas a nivel mundial por un acto racista en EE. UU., revela que hay mayor sensibilidad y que estos problemas no son locales, sino también globales.»

Llevemos la cuestión de la discriminación a nuestro país que está conformado por diversas culturas e identidades. Muchos peruanos se han solidarizado con la muerte de George Floyd, pero olvidan que las mismas injusticias la padecen nuestros compatriotas y no solo se callan sobre ellas, sino que incluso las niegan o minimizan. ¿Qué dice esa actitud de la sociedad peruana y qué debemos cambiar?

Sin duda que tenemos nuestras propias expresiones de discriminaciones, étnicas, raciales, de género, edad, etc. Y se expresan de diferentes maneras, desde el tema de ingresos, trabajos, distanciamientos, olvidos e invisibilización institucionales, etc. Un Estado que se olvida históricamente a sectores alejados de los centros de poder, sea en la sierra o selva, es un Estado que discrimina, en educación, bienes, salud, en síntesis, en justicia social. Me temo que poca cosa ha hecho la regionalización para visibilizar esos sectores marginados por el Estado. Por eso mismo, hoy vemos que la ayuda social no llega a todos los que lo necesitan, porque esos sectores ni aparecen en sus bases de datos.

En su obra filosófica Ud. desarrolla una ética fundamentada en el “conócete a ti mismo” socrático. ¿Un mundo pospandemia será auspicioso para forjar una ética como la que propone?

No se trata de la suerte de una idea en el futuro, sino su importancia ahora mismo. Todo esto que nos ocurre también es una forma de aprender de nuestra humanidad. El “conócete a ti mismo” no es un consejo para sumergirnos en nuestro mundo privado, sino ocasión para vernos en la humanidad sufriente, desorientada, desesperada, estresada y angustiada. Y ese fondo también lo tenemos cada uno de nosotros, pues somos humanidad, no solo individuos “únicos e irrepetibles”. Sufre la humanidad en nosotros y nosotros en la humanidad.

La ética del autoconocimiento está sustentada en esta visión de unidad, no solo de la humanidad, sino también de la naturaleza que la hace posible. Transitamos por muchas identidades, por lo que quedarnos y aferrarnos a una de ellas para obtener seguridad es una de las formas para amargarse la vida y causar más sufrimiento. Somos individuos, comunidad, hijos de este planeta y del universo, y quizá mucho más que eso. Pienso que sin el reconocimiento de esta “pertenencia” a algo que desborda nuestro “yo” limitado seguiremos causando más sufrimiento del que existe y no afrontaremos los problemas de modo sistémico.

«El “conócete a ti mismo” no es un consejo para sumergirnos en nuestro mundo privado, sino ocasión para vernos en la humanidad sufriente, desorientada, desesperada, estresada y angustiada.»

Por último, ¿qué lecciones de la ética ciudadana sacaremos de la cuarentena?

Una pregunta con muchas aristas para su respuesta. Solo me referiré a algunas. Primero es nuestra redefinición de ciudadanía, como lo señalé anteriormente, pues esta ha estado referida solo a mirar al grupo humano, sin considerar en el contrato social a otros seres, como la naturaleza. Eso mismo tendrá que redefinir nuestros valores como sociedad y como individuos, seguido de diferentes instituciones sociales. Lo más triste sería que cuando llegue otra pandemia, porque esta acabará de algún modo, nos encuentre en las mismas condiciones y quizá la cantidad de muertos que produzca ponga en riesgo nuestra especie. Por lo que la agenda de las ONG’s y de los movimientos sociales debiera ser promover acuerdos en función de esas miradas sistémicas que permitan cambios sustantivos en el Estado y en la sociedad.

«nuestra redefinición de ciudadanía, (…) pues esta ha estado referida solo a mirar al grupo humano, sin considerar en el contrato social a otros seres, como la naturaleza.»

Muchas gracias por su tiempo y por su valiosa reflexión que sin dudas servirán no solo para seguir pensando sobre presente y futuro, sino para actuar.

Muchas gracias a ti Daniel.

Entrevista realizada el 14 de junio de 2020.